Nuestra libertad, nuestro derecho

Pausuz Pausu!Hoy Anna se pregunta sobre la felicidad, la libertad y el buen amor. Nos aporta claves para identificar la violencia psicológica y romper con quien se llama nuestro compañero pero intenta someternos con cada gesto, con cada mirada, con cada palabra: “Nunca he terminado de entender el porqué nos educan para someternos a la voluntad del otro. Tampoco comprendo, que alguien para ser feliz tenga que ver infeliz a la persona que le acompaña en el camino.”

NUESTRA LIBERTAD, NUESTRO DERECHO

Anna M.

¿Hace cuanto tiempo que no estas bien?

Cuando dos personas toman el compromiso de estar juntas, debería de ser suficiente aval para que estas personas puedan expresar libremente lo que piensan y lo que sienten. En el caso de las personas que sufren maltrato una de las partes rompe ese “contrato” tácito, adquirido libremente por ambas partes, y lo que en un principio era felicidad y bien estar, poco a poco se va convirtiendo en una situación insostenible llena de sufrimiento y en algunas ocasiones, con un desenlace fatal.

Ante los primeros síntomas de alerta deberíamos replantearnos la relación y con ayuda, ya sea de familiares, grupos de mujeres o cualquier asociación de nuestro entorno, conseguir romper la relación violenta que nada bueno nos va a traer, ni a nosotras, ni a nuestras hijas e hijos, en caso de tenerlos.

Como seres sociales que somos, necesitamos hablar con amigas y amigos, y no por eso nuestra pareja debe de sentir celos. Si sientes que es así estás ante un síntoma inequívoco de mal trato. Los celos no dejan de ser reacciones a sospechas infundadas, que poco a poco van destruyendo la confianza que hasta el momento estaba construida. Cuando la otra persona empieza a controlarnos con quien hablamos, con quien quedamos, a quien llamamos por teléfono, ¡atenta! Esta es otra señal de alarma. Es violencia. Que vendrá acompañada de “tú no te pones eso” “ahora no vas a salir, porque a mi no me da la gana”, y muchas otras situaciones que irán mermando tu autonomía y que no necesariamente tiene que ser violencia física, con una mirada inquisitoria, también se maltrata.
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Tenemos que dejar muy claro lo que queremos de la relación, desde el principio, sin precipitarnos sin hacer concesiones que mermen nuestra libertad y desdibujen quienes somos. Cada vez que dejamos que se traspase el límite de nuestra intimidad violentando nuestra dignidad nos terminará pasando una factura siempre demasiado alta.

Si esa otra persona, no cumple con su parte y se transforma de “nuestro compañero”, en “nuestro supervisor, nuestro controlador”, si es esta nuestra situación, rompamos con quien quiere poner cadenas a nuestra libertad y sigamos nuestra vida, disfrutándola en toda su plenitud.

Y ahí va la cita de este mes, un saludo para todas.

“Ganamos fuerza, coraje y confianza por cada experiencia en la que realmente nos paramos a mirar al miedo a la cara. Te puedes decir a ti mismo: he sobrevivido a este horror y podré enfrentarme a cualquier cosa que venga. Debemos hacer lo que creemos que no podemos.” Eleanor Roosevelt